Cada año, más de 20,000 familias emigran de la Ciudad de México por falta de vivienda asequible. Por ello, vecinos y activistas volvieron a marchar, esta vez en Tlalpan, contra la gentrificación.
Denuncian desplazamientos, rentas impagables y políticas que priorizan la especulación inmobiliaria sobre el derecho a la vivienda.
El fin de semana pasado, en la Ciudad de México, habitantes y activistas marcharon en Tlalpan contra la gentrificación, que encarece las viviendas y desplaza a comunidades tradicionales por la especulación inmobiliaria, la llegada de extranjeros y el uso de plataformas como Airbnb.
La ONU explica que la gentrificación es cuando personas de clase media o alta llegan a un área, renovándola, pero desplazando a los más pobres. Aunque puede traer recursos y nuevos servicios, suele causar más perjuicios que beneficios.
Expertos dicen que los efectos negativos de la gentrificación son mayores porque las leyes sobre el uso de suelo son débiles y se priorizan los intereses financieros, viendo la vivienda como negocio y no como derecho.

Nómadas digitales
La llegada de trabajadores ha transformado la economía urbana de la Ciudad de México, encareciendo las viviendas. El costo promedio de un inmueble es de 3.8 millones de pesos, y las rentas rondan los 16,000 pesos mensuales, cifras inalcanzables para los hogares de menores ingresos, que representan la mayoría de los 20,000 desplazados anuales. Esto genera 1.5 millones de traslados diarios desde municipios aledaños.
Activistas como Eduardo Alanís, del Frente Anti Gentrificación CDMX, subrayan que este fenómeno refleja la desigualdad promovida por el neoliberalismo, afectando no solo colonias céntricas como Roma o Condesa, sino también zonas como Iztapalapa.
La evolución de la gentrificación en la Ciudad de México
La gentrificación en la capital comenzó en los años treinta con la industrialización, cuando las élites se mudaron a suburbios, dejando centros industriales a clases trabajadoras. En décadas posteriores, el abandono de fábricas abrió paso a desarrollos inmobiliarios en colonias como Polanco y Condesa, respaldados por políticas públicas que fomentaron el repoblamiento urbano. Estas dinámicas, influenciadas por el neoliberalismo urbano, priorizaron el consumo y la polarización económica, transformando el paisaje de la ciudad.

Políticas de repoblamiento urbano
Desde los noventa, programas como ‘Échame una Manita’ (1991–1994) promovieron la revitalización del Centro Histórico, atrayendo a clases medias y artísticas, pero desplazando a residentes originales. Políticas como el ‘Bando 2’ (2001) limitaron desarrollos en ciertas zonas, pero la falta de suelo para vivienda social y los incentivos a inversionistas encarecieron el mercado. Gobiernos posteriores, como los de Ebrard y Sheinbaum, continuaron favoreciendo al sector inmobiliario, con programas como el PRUVIT que prometían viviendas asequibles, pero lograron poco impacto, consolidando una gentrificación extendida donde la vivienda es un activo financiero.
Un círculo vicioso
La gentrificación intensifica las tensiones sociales y la fragmentación de clases en la ciudad. Según expertos, el desplazamiento no solo es un efecto, sino una causa de conflictos contra agentes externos, como inmobiliarias y plataformas digitales. Las respuestas colectivas, como las protestas, buscan defender el derecho a la ciudad frente a la mercantilización de la vivienda, que beneficia principalmente a grandes empresas y fondos de inversión.
Activismo ciudadano ante una regulación ineficaz
Medidas recientes, como la reforma a la Ley de Turismo de 2023 que limita los alquileres de Airbnb a 180 noches al año, o el ‘Bando 1’ de Clara Brugada, son consideradas insuficientes por activistas y analistas. Estas políticas no abordan la raíz del problema ni limitan efectivamente la especulación inmobiliaria. Expertos sugieren desmercantilizar la vivienda y establecer topes a rentas y precios de suelo, inspirándose en modelos de países como Chile o Alemania.
La ciudadanía debe exigir su derecho a habitar la ciudad, defendiendo su arraigo y bienestar frente a un desarrollo urbano que prioriza el lucro.


