Y la mierda tira a matar porque tiene miedo de la sublevación de quienes no tienen lo
que merecen,
y la mierda tira a matar porque el odio les nubla la razón y les envenena el corazón,
y la mierda tira a matar porque saben que es el principio de un final que ya comenzó,
y la mierda tira a matar porque no les enseñaron a escuchar,
y la mierda tira a matar porque le tiene terror a la memoria de quienes no saben olvidar
y le pido perdón a la mierda, porque la comparo con estos seres que tienen quemada
el alma…
(Respiro profundo y exhalo despacio…)
Y ahora la música que entraba por mis oídos se calmó y eso debería ser un llamado
de atención para mi espíritu que hierve y no se quiere contentar de tener lo que otros
no tienen y también para mis ojos que quieren mirar lo que otros no miran, y para mi
boca que quiere hablar de lo que otros no hablan, y para mis brazos que quieren
abrazar a quienes la vida no abraza, y para mis manos, que se quieren transformar en
tierra y se mojan con agua que está contaminada y, aun así, siguen buscando el azul
clarito que un día René les prometió con una canción, y esa tierra, que es mi tierra y
está en mis manos, tiembla de impotencia y desazón…
(Vuelvo a respirar profundo, aunque esta vez exhalo con fuerza)
Y la ola se levanta y comienza a llegar a ese punto sin retorno que arrasa con la causa
del dolor y las esperanzas flotan entre nubes oscuras, entre cigarras que asoman,
entre mundos que se crean y caminitos que se juntan, esos que van al costado de lo
dictado por ese triste profesor que espero nunca conozcan, que me quiso enseñar una
mañana de un junio frío, a vender mis principios por migajas de latón y servidumbre.
(Acá, el respiro se mezcló con el fresco de esta noche a fines del verano y exhalé, otra
vez, despacio)
Y todo zigzaguea por un sendero de ies griegas porque sí, porque no le tengo que
andar explicando a una real academia de nada mi manera de escribir, ni mi manera de
pensar, ni de sentir; porque mi lengua está viva y la transformo tanto como a la
realidad que explota a mi alrededor, como a las palabras de amor, como a ese abrazo
que me parte en dos y luego me vuelve a juntar, como a ese beso que relame mis
labios, como a ese tacto que busca paz y como a esas guerras a las que les llegará su
final.