Durante la Nakba, más de 750.000 palestinos, de una población total de 1,9 millones, se convirtieron en refugiados más allá de las fronteras de su patria.
Entre 1947 y 1949 se levantaron y limpiaron étnicamente 530 pueblos y ciudades, y unos 15.000 palestinos fueron asesinados en más de 70 masacres y matanzas indiscriminadas generalizadas.
Hoy, el ciclo se repite: en los últimos meses posteriores al 7 de octubre han muerto más personas a manos de las Fuerzas de Defensa de Israel y del Estado israelí que durante la Nakba, y casi todas las viviendas seguras y fuentes de sustento de Gaza han quedado totalmente destruidas o inutilizadas.Igual que hoy recordamos la Nakba, mañana recordaremos Gaza.
Durante los últimos siete meses estamos siendo testigos de la transmisión en directo y en tiempo real de un genocidio hemos visto horrores que nunca se olvidarán.
Todos los horribles fantasmas del pasado se han hecho realidad, todas las tragedias que nos dijeron que nunca se repetirían, que la humanidad había aprendido la lección. Todos los niños en edad escolar aprendieron sobre el genocidio, sobre el holocausto, pero lo que tantos juraron que nunca volvería a ocurrir, está ocurriendo de nuevo.
Hay imágenes grabadas para siempre en nuestra retina: niños asesinados, hombres con los ojos vendados encadenados en estadios, médicos asesinados con las manos atadas a la espalda, fosas comunes, familias aplastadas bajo los escombros y tantos, tantos niños inocentes.
Cuando las cosas están tan mal, tan desesperadas, es fácil perder la esperanza. Palestina está sola en el escenario mundial, mientras Israel recibe el apoyo de los gobiernos occidentales. Palestina ha sido abandonada de hecho por todos los estados excepto Yemen. Pero, por todo lo que han soportado, el pueblo de Palestina no se ha rendido.
Aunque no estamos de acuerdo con la política o las estrategias de todas las facciones de la resistencia palestina, hay que aplaudir el heroísmo de quienes hoy luchan contra la colonización y la ocupación.
Personas que luchan con armas caseras contra un ejército tecnológicamente avanzado y respaldado internacionalmente, que han dado su vida defendiendo campos de refugiados y hospitales contra maníacos genocidas.
Esto no es terrorismo, es valentía, valor y sacrificio del más alto nivel. Si Palestina continúa la lucha, nosotrxs también debemos hacerlo.
Los boicots, los piquetes y las huelgas son armas que pueden ayudar a paralizar a Israel. El aislamiento económico hará mil veces más daño que otra resolución de la ONU.
La lucha contra el colonialismo y la lucha de clases forman parte de la misma lucha.
Las cosas han dado un giro impresionante en la última quincena: empezando en EE.UU., el corazón mismo del imperio, los estudiantes de la Universidad de Columbia empezaron a ocupar sus campus, declarando su intención de permanecer allí hasta que la universidad cortara todos los lazos con Israel.
Desde el comienzo en Columbia, las ocupaciones se han extendido por todo el mundo. Han luchado contra la policía, los sionistas y los fascistas. Los estudiantes estadounidenses se han rebelado de una manera nunca vista en generaciones. Personas que eran niños pequeños en el momento en que empezamos a leer libros sobre el imperialismo ahora están luchando contra el sistema.
Ahora hay al menos 7 universidades ocupadas en Australia, una de ellas es Deakin. El campus de Geelong puede que aún no haya sido tocado, pero sabemos que esta ciudad está relacionada con el genocidio.
El Gobierno del Estado español por su parte hace mantiene su doble rasero, seguramente con vistas a ganar más votos en las próximas elecciones europeas. No es suficiente el reconocimiento del Estado palestino con las fronteras de 1967, mientras sigan manteniendo vínculos diplomáticos, armamentísticos y comerciales con el Estado genocida de Israel.
Durante la Revolución Española un periodista entrevistó a un mecánico llamado Buenaventura Durruti, que también era combatiente en las milicias. Reflexionando sobre la destrucción durante la guerra civil dijo una cosa muy notable:
«Siempre hemos vivido en la miseria, y nos acomodaremos a ella por algún tiempo. Pero no olvide que los obreros son los únicos productores de riqueza. Somos nosotros, los obreros, los que hacemos marchar las máquinas en las industrias, los que extraemos el carbón y los minerales de las minas, los que construimos ciudades… ¿Por qué no vamos, pues, a construir y aún en mejores condiciones para reemplazar lo destruido? Las ruinas no nos dan miedo. Sabemos que no vamos a heredar nada más que ruinas, porque la burguesía tratará de arruinar el mundo en la última fase de su historia. Pero a nosotros no nos dan miedo las ruinas, porque llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones» Buenaventura Durruti
Tenía razón. Los sionistas y sus aliados capitalistas pueden destruir Gaza, pero el mundo entero la llevará en sus corazones para siempre. Vengaremos a Gaza haciendo la revolución, limpiando el mundo de imperialismo y colonialismo y haciendo un mundo nuevo. Demoleremos sus fábricas de guerra y volcaremos todos los recursos para garantizar que las vidas de todos esos niños no fueron en vano, para que otros puedan crecer y vivir en paz y conocer la justicia y la libertad.