Las últimas semanas, ante los fracasos militares del bando ucraniano, estamos presenciando cómo los líderes de la OTAN y de la Unión Europea aumentan el tono belicista incrementando el peligro de una escalada que comportaría riesgos gravísimos a nivel internacional.
Son muy peligrosas las declaraciones de Margarita Robles, ministra de “la Guerra” del gobierno del Estado español, en las que afirmaba que «estamos en guerra contra Rusia» asegurando que España continuará enviando la ayuda militar que haga falta o las declaraciones de Emmanuel Macron, presidente del gobierno francés, insinuando que si Rusia continúa avanzando en el frente enviará tropas regulares del ejército francés.
También es preocupante que en medio de esta situación bélica tan crítica, el presidente del gobierno Pedro Sánchez, se reúna con las principales empresas armamentísticas, las cuales se aprovechan del genocidio en Palestina o la guerra de Ucrania para hacer negocio, mostrándoles públicamente su apoyo y reivindicando su actividad.
La retórica que utilizan estos dirigentes irresponsables no es espontánea, sino que está previamente orquestada y tiene como objetivo medir el grado de aceptación de la sociedad europea en caso de un enfrentamiento directo de la OTAN contra la Federación Rusa. Las consecuencias de una escalada militar serán catastróficas: el reclutamiento forzoso de la población civil, el probable uso de armamento nuclear, millones de muertos y un futuro incierto para las generaciones venideras.
Esta estrategia comunicativa la han estado utilizando, al menos, desde el año 2022 cuando los países de la OTAN empezaron a enviar armamento para apoyar a Ucrania en el conflicto. Primero nos dijeron que no enviarían armamento letal, después que solo enviarían armamento defensivo, más adelante enviaron tanques y aviones de combate…¡Ahora solo faltan las tropas sobre el terreno!
No se trata de discernir si esta es una guerra justa o no, ninguna lo es. Pretenden demonizar a uno de los bandos y beatificar al otro como si los actores que participan en este conflicto no tuviesen ninguna responsabilidad sobre el mismo. No consultaron al pueblo para involucrarnos en este conflicto y no nos consultarán tampoco para enviar tropas ni para declarar el estado de sitio o para reclutar personas que enviarán a la trituradora de carne.
La situación se vuelve más dantesca cuando estas mismas personas e instituciones, que se permiten dar lecciones, son las mismas que bombardearon ilegalmente la ciudad de Belgrado, las mismas que asesinaron a más de un millón de iraquíes y las que están permitiendo otras guerras alrededor del mundo como el genocidio palestino, el conflicto en Yemen o en la República Democrática del Congo con millones de personas desplazadas forzosamente y muertas, generadas fundamentalmente por grupos armados financiados por Occidente para seguir controlando la explotación de coltán y otros recursos necesarios para las empresas transnacionales.
Es por eso que debemos hacer saber al gobierno del Estado español que no queremos ninguna guerra, que no pondremos los muertos y que no queremos sufrir las consecuencias de sus delirios, no sacrificaremos a nuestra juventud luchando en una guerra imposible sirviendo a intereses foráneos. La guerra en Ucrania no es una guerra convencional, es una guerra mundial subsidiaria donde mueren ucranianos y rusos, pero también donde se dirime el futuro del orden global.
Tampoco nos podemos olvidar de lo que está pasando en Palestina donde el gobierno israelí está cometiendo un genocidio en el que las victimas ya se cuentan por decenas de miles, una gran parte niños y niñas, mientras vemos como los diferentes gobiernos de Occidente hacen tibias declaraciones de condena muy alejadas de la contundente postura que tienen ante la guerra de Ucrania dejando claro que para ellos hay víctimas de primera y de segunda.
No queremos guerras en ningún lugar del mundo, bajo ningún concepto, queremos la paz entre los pueblos, entre las clases trabajadoras de los diferentes países, y la disolución de la OTAN y el fin de todas las guerras. Exigimos a nuestros gobernantes a dar un giro de 180 grados en estas políticas que nos conducen hacia el abismo, y del mismo modo, exigimos que el gobierno deje de apoyar pública y económicamente a las empresas armamentísticas, apostando por una reconversión industrial en dicho sector.