A través de órdenes y movimientos religiosos, controla más de medio centenar de hospitales en España, con cerca de 12.000 camas, un 7,3% del total
La Iglesia católica ha ido tejiendo en España a lo largo de los años una enorme red asistencial, de la que forman parte decenas de hospitales, pertenecientes a distintas órdenes o movimientos religiosos.
Aunque compiten «libremente» con las empresas privadas, la mayoría de esos hospitales tienen la consideración de entidades sin ánimo de lucro, lo que les proporciona numerosas ventajas fiscales.
Sobre su número exacto existen algunas discrepancias, que se explican por las distintas metodologías que utilizan las organizaciones que emiten datos al respecto. Según la última Memoria de Actividades de la Conferencia Episcopal, correspondiente a 2017, ese año había en España 66 hospitales de la Iglesia. Sin embargo, el Catálogo Nacional de Hospitales de 2019, que elabora el Ministerio de Sanidad, los cifra en 59.
Esos 59 hospitales representan un 7,3% de los 806 que recoge el catálogo y prácticamente todos son de tamaño medio (menos de 500 camas), como ocurre en general con los hospitales privados. Más de 500 camas sólo tienen actualmente 75 centros en España, de los que 48 pertenecen al Sistema Nacional de Salud, y superan las mil nada más que 17, todos ellos públicos menos uno.
La comunidad autónoma con más hospitales de la Iglesia es Catalunya, que suma 18; seguida de Madrid (11) y Andalucía (7). En conjunto, los 59 hospitales católicos disponen de 11.627 camas, sobre un total de 158.292, lo que en términos porcentuales supone un 7,3%. Si se toma en consideración sólo la oferta hospitalaria privada (50.436 camas), el peso de la Iglesia es mayor; en concreto, del 23,1%.
Aunque detrás de ellos haya entidades «sin ánimo de lucro», que en teoría reinvierten sus beneficios en mejoras asistenciales, los hospitales católicos operan en un mercado muy competitivo, que maneja 36.000 millones de euros al año (más de un tercio del gasto sanitario global) y donde los conciertos con la Administración y los acuerdos con las aseguradoras son importantes fuentes de ingresos.
El hecho de que estas organizaciones religiosas compitan por los recursos sanitarios no es visto con buenos ojos por algunas empresas privadas, que lo consideran una suerte de competencia desleal, debido a las ventajas fiscales de que disfrutan en razón de su carácter benéfico. Como parte de la Iglesia católica, están exentas del IBI, y disfrutan de exenciones parciales del Impuesto de Sociedades y del Impuesto sobre Construcciones, Instalaciones y Obras, entre otros.