Recorrer los canales en una trajinera de Xochimilco es una de las mejores formas de acercarse a una de las tradiciones de los pueblos originarios de la Cuenca de México
Xochimilco es, sin duda, uno de los lugares indispensables que todo turista, extranjero o nacional, debe visitar cuando viene a la Ciudad de México. Una zona que en la que se pueden vivir las tradiciones de los pueblos originarios y en la que se puede disfrutar de un Pulque fresco, vivir la historia de la Llorona, adentrarse en la misteriosa Isla de las Muñecas y, por supuesto, recorrer los canales en las mundialmente famosas trajineras, disfrutando del misterio y ambiente festivo que se vive al navegar entre los islotes y chinampas.
Origen de la tradición
Para conocer el origen de la tradición de las famosas trajineras hay que remontarse al México prehispánico y al México porfiriano. Tenochtitlan, la que fue la capital del Imperio mexica se fundó sobre una pequeña isla en medio del Lago de Texcoco cuya historia se mezcla con la mitología, lo cual es distintivo de los pueblos originarios americanos.
Alrededor de esta isla se asentaron los habitantes de Tenochtitlán, con ayuda de chinampas. Mientras que, en los alrededores, los habitantes de los pueblos originarios se asentaron entre los canales de Xochimilco, Tláhuac y Tacubaya. Esto obligó a los residentes a construir todo tipo de embarcaciones que les permitieran el traslado de personas y mercancías de un lugar al otro.
Una de las embarcaciones más populares, especialmente en las zonas con canales poco profundos, fueron las embarcaciones de fondo plano, mismas que se mueven con ayuda de pértigas (o garrochas) que se encajan en el fondo del canal, haciendo una palanca que impulsa el movimiento. Eran lanchas muy sencillas, construidas con tablones; sin techos y sin sillas, pues únicamente se usaban para el transporte. Justo como las chalupas que hoy pasan ofreciendo productos a todos los pasajeros de las trajineras.
México Porfiriano
Con el paso del tiempo, la zona céntrica de la Ciudad de México se fue urbanizando. Los ríos se fueron entubando y, por ende, el mundo se fue olvidando de las chalupas y demás embarcaciones. Pero la modernidad nunca acabó con los canales de Xochimilco, permitiendo que las pequeñas embarcaciones se siguieran utilizando para usos personales y comerciales. Y no fue hasta el México de Porfirio Díaz, que los Catrines, como se le llamaba a los hombres bien vestidos, empezaron a visitar los canales de Xochimilco para disfrutar de la naturaleza y el misticismo de los mismos.
Fue gracias a que las trajineras se empezaron a popularizar, a principios del siglo pasado, que los trajineros se vieron obligados a instalarle un techo, primero de tela y ahora de lámina, así como asientos de madera. Y también empezaron a decorar sus embarcaciones con sinfín de flores a los techos, logrando que Xochimilco fuera denominado “lugar de los jardines flotantes”. Por otro lado, cuando los catrines acudían a los embarcaderos solían solicitar que colocaran el nombre de alguien a quien festejaban, o de alguna dama a la que querían cortejar, al frente del bote. Dos costumbres que se fueron adaptando con el paso del tiempo y resultando en las trajineras que hoy conocemos.
Para 1920 ya se habían construido los embarcaderos que conocemos hoy en día; también se había terminado de reforestar el bosque de Nativitas, mejorando la imagen de todos los canales. Y, para 1987, la UNESCO declaró Xochimilco como Patrimonio Cultural de la Humanidad, dándole un impulso y reconocimiento a nivel mundial.
Los canales de Xochimilco son un lugar lleno de misticismo, historias y relatos. Son canales que puedes navegar en todo tipo de plan, ya sea para conocer las chinampas e islotes, adentrarte en la fantasmal Isla de las Muñecas, conocer las leyendas y tradiciones del Xochimilco originario, o para divertirte en una fiesta flotante. Además, es un lugar donde puedes disfrutar de un ambiente único, y un sinfín de antojitos y platillos mexicanos, y pulques, ya sea sobre las embarcaciones o en los locales junto a los embarcaderos. Sin duda, una excelente opción para disfrutar de las tradiciones de México.