El pasado 2 de junio tuvieron que desalojar parte de la localidad de Foggia, en Italia para retirar un artefacto bélico encontrado en una obra en vía Spalato, cerca de la estación de tren.
La intervención fue llevada a cabo por las fuerzas militares, asegurándose la retirada sin detonar de un artefacto que data de la Segunda Guerra Mundial.
Nuestro compañero Miche, que allí se encuentra viviendo en estos momentos, le tocó presenciarlo en primera persona. Así nos lo relata.
¡En mi casa hay una bomba y tenemos que evacuar!
Bueno… aclaro para no hacer volar tanto la imaginación. En mi casa no está esa bomba, sino que, a unos cien metros ¡Pero eso sí! tenemos que evacuar. Tampoco es mi casa donde estoy yo, aunque la considere mía. Alquilo y ni siquiera alquilo toda la casa, sino que una habitación de la casa que yace quieta en un sexto piso (Increíble a que nivel nos tienen engañados, que ya no pagamos por tierra para vivir, pagamos por aire). La propietaria de mi casa que no es mi casa se llama Marilina. Estudió arte. Y en su casa, en la que ahora yo ocupo una habitación, hay varios cuadros pintados por ella.
A cien metros de la habitación que será mi casa por algunos meses más hay una bomba que no estalló. Resabio de la segunda guerra mundial que molesta y fastidia a ochenta años y unos diez meses de su arrojo. Resabio que me hace pensar, todos los días un poco más, lo absurdo de las guerras y del odio que engendra odio. Corría el mes de julio del año 1943 cuando el ataque comenzó por parte de la fuerza aérea aliada concentrándose en los aeropuertos de la ciudad y la zona.
Luego, en agosto, sucedió una de las arremetidas más potentes sufridas cuando arrojaron toneladas de explosivos sobre la red ferroviaria, un punto clave a nivel de transporte que unía a la Italia septentrional con la meridional, hecho que debilitó fuertemente a los países del eje. Aquel verano estará grabado en la memoria de quienes no quieran olvidar y en el subconsciente de un lugar que sufrió la estrategia de frías mentes militares. Vivimos, como si fuera poco, a casi ochenta y un años a de la muerte de personas y de épocas oscuras que se repiten de manera cíclica y enfermiza. Cualquier semejanza con la realidad, no es coincidencia.
Hoy nos toca evacuar… No porque este proyectil vaya a explotar, pero si explota, sería mejor que no cobre más vidas de las que ya cobró. Pobres los flacos y las flacas que la tienen que retirar. ¡Que laburo de mierda! ¡Que mierda el laburo!
Deberían de llevársela los mismos que la tiraron, o mejor aún quien dio la orden de que la tiren, o todavía más quien dio la orden al que dio la orden de tirar. Tendría que venir esa o esas personas al sur de Italia tantas décadas después, si es que siguen campando a “intentar” limpiar el desastre que ocasionaron.
Me gustaría, a nivel personal, que en el momento que la estén retirando, sabiendo que nadie puede afirmar que va a explotar o no, exclamen que los lanzamientos de esos proyectiles inmensos y terroríficos fueron por causas mayores, casi nobles, contra el enemigo. Enemigo que no es más que el espejo de lo que somos cuando caemos tan bajos como ellos. Que venga o vengan y que mientras sudan de temor y cansancio, despotriquen y hablen de lo que hablaban cuando dieron la orden de matar. Matar sin mancharse las manos. El alma la tienen rota, ya no les afecta.
A cien metros de la habitación que es mi mundo, con su balcón algo maltrecho y su vista a las montañas del subapenino pugliese hay una bomba que no quiso estallar, increíble que un objeto inanimado y sin vida creado para exterminar haya tenido más escrúpulos que los viejos vinagres que la decidieron vomitar. Y por favor, no crean que estas personas sean unos ancianos decrépitos, ellos también pueden ser también simples jóvenes. Estas cosas no pasan por la edad, pasan por el ideal.
Se pueden localizar a los titiriteros que hoy, más de ochenta años después, siguen manejando el mundo y ordenando matanzas que justifican con desdén y pedantería mirando al norte. Echar un simple vistazo mientras nos sacamos las vendas de los ojos y nos bañamos de una verdad que duele, pero sana.
Allí, entre aquellos y aquellas podrán encontrar nombres y nacionalidades variadas; tenemos a Vladimir, a Joe, a Xi, a Ursula, a Emmanuel, a Pedro, a Kim, a Giorgia, a Rishi, a Marine, a Donald, a Benjamín, a Ismail, a Elon, a Jeff, a Mark y la lista sigue, la siento tristemente interminable, pero yo me freno porque en el sur tenemos de cabeza al tan cruel y lastimado Javier, seguido por Jair y los populismos que dañan ¡Mierda la política!
Y sabiendo excusar mi abrupta conclusión les dejo para encontrarnos en algún otro momento, finalizando esto que escribo contándoles que a quienes más recelo les tengo son a los que manejan a los anteriormente susodichos titiriteros. Esos que erigieron sus imperios hace algunos siglos atrás. No se olviden que el banco fue el primer neutral de esta era.